Entrevista a la Dra. Flora Aurón por Adriana Segovia

Adriana: ¿Cómo llegaste a este momento de madurez como terapeuta, como supervisora y como docente? ¿Cuáles han sido tus principales influencias?

Flora: Para mí tiene que ver con una búsqueda constante de congruencia, constancia y compromiso, Los acontecimientos del 68 en México me causaron gran pesar, me llenaron de cuestionamientos acerca de mi entorno social. Por el desacuerdo y la confusión que estos eventos me generaron decidí tomar distancia. Emprendí así un viaje de búsqueda y decidí estudiar en Israel la licenciatura en Psicología. La frase que marco esa experiencia es “going beyond information given”, es decir, ir más allá de la información dada. EI viaje me dio además otra cosa: lasenseñanzas que te puede dar un pueblo que transforma el desierto en vergel, o sea, constancia y esperanza. De ahí una voz interior (no necesariamente alucinación, pero si insistente) me decía que quería ser terapeuta familiar, sin que hubiera tenido todavía contacto alguno con el tema.

Regrese a México hace 29 años, y me incorporé a una institución. La inserción y pertenencia institucional fueron desde ese momento una constante en mi vida. En el Hospital Psiquiátrico Infantil “Juan N. Navarro”, dirigido por el Doctor Nares, quien fuera un hombre de iniciativa y lucha, hice un trabajo voluntario. Cuando inicié mi práctica de terapia familiar, descubrí y quede impresionada por la repetición de patrones en tres generaciones. Esto me marcó y generó un profundo interés por el tema, sobre el que realicé mi tesis de doctorado: “La transferencia en la familia.”

Par otro lado, en el ‘74 me tocó vivir la afortunada ola de inmigración por la desafortunada situación política del Cono Sur. Varios terapeutas argentinos llegaron a México y los conocí en el hospital psiquiátrico (como invitados). Nares les abrió las puertas a Marie Langer, Nacho Maldonado, Armando Bauleo y otros. Su experiencia de vida y profesional representó para mí un gran descubrimiento. Para mí el estudio de la terapia familiar estuvo inserto en el contexto de los movimientos sociales. Las marcas de todas las vibraciones de estos refugiados políticos, sumadas a la realidad social que palpaba en el hospital, fueron definitivas para mi curiosidad y preocupación por las cuestiones sociales, políticas e ideológicas. EI encuentro con Nacho fue determinante en mi formación: maestro, supervisor, colega, amigo y perturbador, sintetizan la relación de más de un cuarto de siglo. Fue mi tutor en grupos de estudio en la UNAM (la Doctora Berta Blum había integrado una maestría ejemplar), en AMPAG, donde estudié como analista de grupos y cursé el Taller de Familia con Estela Troya, Javier Vicencio y Nacho

Maldonado. Estela Troya tuvo una influencia importante en la construcción de mi marco teórico en la supervisión. Después del curso de supervisores, escribimos un artículo en el cual plasmamos las ideas sobre la importancia del contexto en la supervisión, entre otras cosas. Esta breve crónica explica las palabras de Nacho: “Flora pertenece a la prehistoria del ILEP’.

Una palabra que sintetiza una constante en la integración de mis marcos conceptuales es la palabra “cuestionar”. Con Marie Langer, cuestioné la concepción del psicoanálisis clásico y a la concepción de género, a través de sus libros “Cuestionamos 1 y 2”, y de su célebre “Seminario sobre la mujer” (les debo una anécdota para la próxima).

Compartí con Basaglia su cuestionamiento y denuncia en [Italia por las atrocidades de la práctica psiquiátrica clásica. Y con Laing me percaté de la importancia del movimiento anti psiquiátrica, y de la importancia de la percepción interpersonal. Para mi enorme fortuna, mi entrada a AMPAG coincidió con la presencia del Doctor José Antonio Carrillo, cuestionador por excelencia, quien incorporo las ideas de contexto cultural, social e ideológico en el análisis grupal, con lo que genera un movimiento instituyente, es decir, aplico las ideas de la escuela francesa. EI denominador común de todas estas enseñanzas es que el trabajo terapéutico incluye un cuestionamiento político, social e ideológico. Es decir, con un “ir más allá” en contexto.

 

A: ¿Y cómo surgió tu preocupación por la persona del terapeuta?

F:” La limpieza empieza por la casa”. Un intento elemental de higiene mental y de iluminar mis áreas oscuras fue tener tres periodos de terapia de cinco años cada uno. Otro espacio fundamental fue ser supervisada por muchos años. Tanto en docencia como en supervisión he privilegiado la persona del terapeuta (“y quien atiende al terapeuta”). “El viaje”, es una metáfora que sintetiza mi visión de la formación terapéutica. A lo largo de ésta, el terapeuta realiza un viaje alrededor de sus procesos de pensamiento. que son muy intensos, con muchas turbulencias por las rupturas epistemológicas que implican. y que generan por cierto una gran angustia, pues los confronta con sus ideas y concepciones. ya que no siempre las tienen definidas y claras, ni saben necesariamente de donde provienen. Aprender otra epistemología trae otro tipo de turbulencia: el reacomodo de parte de la historia y de la propia dinámica familiar, que incide necesariamente en cuestionamientos a su identidad. Es por esto que, desde mi punto de vista, es fundamental acompañar dicho viaje con un proceso terapéutico, supervisión y talleres.

 

A: Entonces ¿cómo concibes la supervisión?

F: Como un puente de integración entre la teoría y la práctica. EI encuentro con la familia es otra turbulencia del viaje, y hacerlo en la presencia del equipo y frente al supervisor da hasta mareo. Uno vive momentos de confusión, que si tienen un acompañamiento hacen una diferencia. proporcionan la tranquilidad de incluir lo que el terapeuta piensa y siente. Pueden así conectarse con la familia sin sentirse tan amenazados. Cuando disminuye el mareo inicial pueden dejar de “enfrentarse” con la familia y empezar a integrarse (internamente), conectarse, separarse y diferenciarse de la familia. Pueden entonces surgir otros procesos creativos, entre ellos la curiosidad.

 

A: ¿Qué has recogido en este viaje de tu aprendizaje con Maurizio Andolfi?

F: Su modelo ha sido muy congruente con mi forma de pensar, de ser y de trabajar. Con él me enfrente a mis obstáculos y amplíe el trabajo de supervisión. He recogido la integración de una concepción psicoanalítica, sistémica, estructural y mítica, con la posibilidad de incluir el humor y el juego, que para mí son centrales; responsabilidad y respeto son ingredientes fundamentales de este trabajo y no los considero de ninguna manera sinónimos de solemnidad.

 

A: ¿Podrías comentar algo particular de tu propio viaje, de tus propios obstáculos?

F: Mi viaje fue muy turbulento. por los encuentros teóricos. obstáculos epistemológicos. pasaje de psicoanálisis a sistemas y luego la teoría Narrativa y el Socioconstruccionismo, ¡de mareo! Muchos miedos de que la nave -léase cuerpo y mente- aguantaran. Me enojaba mucho con Nacho, aunque él no lo supiera, ya que cuando por fin entendía un modelo, el ya estaba en otro.

En mis pininos de trabajo con familias. recuerdo el caso de una pareja que tenía seis hijos. EI maltrato apabullante del padre al hijo mayor me lleno de consternación e indignación. defendí al niño y entable orgullosamente una relación simétrica con el padre. Fue la primera y última sesión. Esta experiencia me hizo pensar que mi vocación y trabajo no eran para erigirme en defensora de los oprimidos. que la dinámica “iba mas allá” y había que abordarla desde otro lugar. La fuerte presencia de In violencia en la familia me consternaba.

Viví la violencia también en las instituciones: el dolor y el horror que provocan la represión y el silenciamiento, me afectó en lo individual e impactó en lo institucional los costos fueron muy altos. La evitación de conflicto ha estado a la orden del día. Aprender a abordarla violencia social y familiar sin silenciar ha constituido un desafío y parte de la congruencia de mi búsqueda. EI trabajo con violencia en CAVIDA ha sido por eso fundamental: dirigirlo con Nacho, un privilegio. y realizarlo con nuestro equipo, sumamente enriquecedor.